Después del Temblor del 1 de julio
¿Cómo volver a
pensar a México después de unas elecciones presidenciales en donde participaron
casi 50 millones de personas? La mayoría (cerca de 18 millones) apoyando al candidato
del PRI. Cerca de 15 millones apoyando al “candidato de las izquierdas”. Alrededor
de 12 millones a la candidata del partido del presidente. Para explicarlo no
basta con la evocación al cuento de Monterroso (“y cuando despertó el
dinosaurio todavía estaba ahí”), por más acertada que fuera como metáfora de la
reconquista del poder por parte del dinosáurico partido. Sin duda, hay que entrarle
al análisis. ¿Qué significa dinosaurio? Eso que hizo el PRI, por ejemplo, se ve
claramente, en el Estado de México, desde donde escribo esto (donde ganó con 43
% de las preferencias), ofreciendo despensas y demás bisutería, a mares,
reclutando gente para realizar labores de encuestadores, inductores y
compradores del voto, valiéndose de la protección y del erario municipal y
estatal, tapizando las bardas sin empacho, y llenando de papeles, plásticos y
aluminios pintados del tricolor, privándose de rendir cuentas sobre el gasto en
su campaña. Pero, ¿qué podrá decirse en otras entidades en donde la ventaja priista
fue muy clara?, como Zacatecas (51%), Sinaloa (46%), Durango (44%), Chiapas
(44%), Michoacán (43%), Hidalgo (42%), por sólo mencionar los casos más
relevantes, ¡qué susto de sólo pensarlo! ¿A quién sorprende? El PRI gobierna, a
julio de 2012, en 20 de 32 estados, y a partir de estas elecciones, lo hará en uno
más, pues reconquistó, Chiapas y Jalisco, aunque perdió Tabasco.
¿Cuánto perdió
el presidente Calderón? Debería decirse mucho, estas elecciones son el peor
referéndum a una gestión presidencial en la historia de México, contando las
elecciones del 2000. No solamente perdieron las gubernaturas de Jalisco y Morelos, sino que descendieron considerablemente en su votación total para senadores. Sin embargo, el presidente no se veía particularmente contrariado
la noche del 1 de julio, cuando salió a hacer su alocución tras el anuncio
oficial de las tendencias del conteo rápido. La cara de la hegemonía “priánica”
nunca fue tan visible como la noche de las elecciones (hasta el candidato de la
lideresa magisterial charra ayudó a su muy chabacana manera).
¿Qué le deja
estas elecciones a la izquierda? Es quizás, lo decía la periodista Carmen
Aristegui, la respuesta más difícil de responder. Aparte de que le deja tres
gubernaturas: Distrito Federal, que conserva, y Morelos y Tabasco, que se las
arrebata al PAN y al PRI, respectivamente, le deja una copiosa votacional
nacional y muchos retos. UN reto es enfrentar la descomposición en mil
partículas que solas, ya se ha visto, no pueden hacer todo. Otro reto es, sin
duda, seguir abriendo la llaga señalada por el movimiento de estudiantes: la
denuncia de que la falta de democracia ocurre por la falta de democratización
de los medios, y por consiguiente de la información, y por consiguiente del
conocimiento. Parte de lo anterior es, por supuesto, la deuda educativa, no
sólo por la evidente exclusión de una gran masa de la población sino porque es
desde sus entrañas corporativistas desde donde se reproduce el control
autoritario en el sistema educativo oficial. Hace falta, sobre todo, un
programa de integración nacional de carácter social. Geográficamente el país
está dividido, del D.F. hacia el sur la mayoría votó por López Obrador, del Estado
de México hacia el norte la mayoría votó por Peña Nieto. El temor a la
represión y la violencia, no hay que olvidarlo, son en esta coyuntura los
principales agentes paralizadores de la conciencia social. El PRI regresa, por
consiguiente, amparado en la mayor crisis moral en la historia de este país.
La maquinaria,
más la compra de votos, más el acarreo, más el apoyo de las televisoras, más el
apoyo del gran grueso de empresarios, más el miedo = triunfo del PRI, decía palabras
más, esta mañana, una analista en uno de los pocos medios de información de
índole crítica, en este caso, en MVS Radio. Si no fuera por éste, y la revista Proceso,
y el diario La Jornada, Radio Unam, Radio Educación, y por supuesto “las redes
sociales”, la hegemonía priista podría irse a dormir ganadora y exultante;
imaginándose, como quizás se llegó a imaginar, tranquila bajo el arruyo de los
alegres cánticos, cornetas y discursos, que aseguran que “México ganó”.
Hernán Correa
Ortiz
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