lunes, 2 de julio de 2012


Después del Temblor del 1 de julio

¿Cómo volver a pensar a México después de unas elecciones presidenciales en donde participaron casi 50 millones de personas? La mayoría (cerca de 18 millones) apoyando al candidato del PRI. Cerca de 15 millones apoyando al “candidato de las izquierdas”. Alrededor de 12 millones a la candidata del partido del presidente. Para explicarlo no basta con la evocación al cuento de Monterroso (“y cuando despertó el dinosaurio todavía estaba ahí”), por más acertada que fuera como metáfora de la reconquista del poder por parte del dinosáurico partido. Sin duda, hay que entrarle al análisis. ¿Qué significa dinosaurio? Eso que hizo el PRI, por ejemplo, se ve claramente, en el Estado de México, desde donde escribo esto (donde ganó con 43 % de las preferencias), ofreciendo despensas y demás bisutería, a mares, reclutando gente para realizar labores de encuestadores, inductores y compradores del voto, valiéndose de la protección y del erario municipal y estatal, tapizando las bardas sin empacho, y llenando de papeles, plásticos y aluminios pintados del tricolor, privándose de rendir cuentas sobre el gasto en su campaña. Pero, ¿qué podrá decirse en otras entidades en donde la ventaja priista fue muy clara?, como Zacatecas (51%), Sinaloa (46%), Durango (44%), Chiapas (44%), Michoacán (43%), Hidalgo (42%), por sólo mencionar los casos más relevantes, ¡qué susto de sólo pensarlo! ¿A quién sorprende? El PRI gobierna, a julio de 2012, en 20 de 32 estados, y a partir de estas elecciones, lo hará en uno más, pues reconquistó, Chiapas y Jalisco, aunque perdió Tabasco.

¿Cuánto perdió el presidente Calderón? Debería decirse mucho, estas elecciones son el peor referéndum a una gestión presidencial en la historia de México, contando las elecciones del 2000. No solamente perdieron las gubernaturas de Jalisco y Morelos, sino que descendieron considerablemente en su votación total para senadores. Sin embargo, el presidente no se veía particularmente contrariado la noche del 1 de julio, cuando salió a hacer su alocución tras el anuncio oficial de las tendencias del conteo rápido. La cara de la hegemonía “priánica” nunca fue tan visible como la noche de las elecciones (hasta el candidato de la lideresa magisterial charra ayudó a su muy chabacana manera).

¿Qué le deja estas elecciones a la izquierda? Es quizás, lo decía la periodista Carmen Aristegui, la respuesta más difícil de responder. Aparte de que le deja tres gubernaturas: Distrito Federal, que conserva, y Morelos y Tabasco, que se las arrebata al PAN y al PRI, respectivamente, le deja una copiosa votacional nacional y muchos retos. UN reto es enfrentar la descomposición en mil partículas que solas, ya se ha visto, no pueden hacer todo. Otro reto es, sin duda, seguir abriendo la llaga señalada por el movimiento de estudiantes: la denuncia de que la falta de democracia ocurre por la falta de democratización de los medios, y por consiguiente de la información, y por consiguiente del conocimiento. Parte de lo anterior es, por supuesto, la deuda educativa, no sólo por la evidente exclusión de una gran masa de la población sino porque es desde sus entrañas corporativistas desde donde se reproduce el control autoritario en el sistema educativo oficial. Hace falta, sobre todo, un programa de integración nacional de carácter social. Geográficamente el país está dividido, del D.F. hacia el sur la mayoría votó por López Obrador, del Estado de México hacia el norte la mayoría votó por Peña Nieto. El temor a la represión y la violencia, no hay que olvidarlo, son en esta coyuntura los principales agentes paralizadores de la conciencia social. El PRI regresa, por consiguiente, amparado en la mayor crisis moral en la historia de este país.

La maquinaria, más la compra de votos, más el acarreo, más el apoyo de las televisoras, más el apoyo del gran grueso de empresarios, más el miedo = triunfo del PRI, decía palabras más, esta mañana, una analista en uno de los pocos medios de información de índole crítica, en este caso, en MVS Radio. Si no fuera por éste, y la revista Proceso, y el diario La Jornada, Radio Unam, Radio Educación, y por supuesto “las redes sociales”, la hegemonía priista podría irse a dormir ganadora y exultante; imaginándose, como quizás se llegó a imaginar, tranquila bajo el arruyo de los alegres cánticos, cornetas y discursos, que aseguran que “México ganó”.

Hernán Correa Ortiz



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